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Universidad de Chile

Destacados periodistas analizaron la cobertura del proceso judicial más polémico del último tiempo

El difícil camino a la verdad del caso Spiniak

Foro en el ICEI: El difícil camino a la verdad del caso Spiniak

El tratamiento informativo del que ha sido objeto este tema ha puesto sobre el tapete una serie de falencias que enfrenta el periodismo de investigación en nuestro país. Trabas legales, falta de rigurosidad en el chequeo de las fuentes, presiones de los poderes fácticos; son sólo algunos de los temas que destacados profesionales abordaron en el foro de Periodismo y Ética organizado por el Programa de Libertad de Expresión de nuestro Instituto.

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Ya no es una aventura decirlo. El caso Spiniak marca un antes y un después en la sociedad chilena. Un proceso que no sólo ha dejado huella en el poder judicial y en los parlamentarios que se han visto involucrados, sino que ha puesto en discusión, la manera en que hoy se hace periodismo en Chile.

No sólo las implicancias sociales y políticas de este impactante caso han sido motivo de polémica en el último tiempo. La misma prensa ha estado en el banquillo de los acusados y ha sido objeto de múltiples críticas, e incluso sanciones, producto de la cobertura que se le ha dado al caso.

La cámara oculta que mostraba al ex ministro de la causa, confesando ser un asiduo cliente a los llamados “saunas” frecuentados por homosexuales, y cuya exposición pública le costó unos cuantos días en el anexo cárcel Capuchinos a Alejandro Guillier, en su calidad de director de prensa de Chilevisión; es tal vez el ejemplo más emblemático. Esto, sin olvidar el constante cuestionamiento de la veracidad de los testimonios citados por algunos medios, las recriminaciones por la supuesta publicación de “rumores” sin verificar, la violación de la intimidad de personajes públicos, además de faltas que atentarían contra el honor de las autoridades; por nombrar sólo algunas de las controversias que ha suscitado el caso a nivel de medios.

Para debatir éstos y otros tópicos a propósito de la cobertura que se le ha dado en los medios a este polémico proceso judicial, se dieron cita en nuestro auditórium el recientemente electo presidente del Colegio de Periodistas, Alejandro Guillier, quien además se desempeña como director de prensa de Chilevisión y profesor de nuestra Escuela; Tomás Mosciatti, director de la radio Bío-Bío; Francisco Martorell, director de la revista El Periodista; Juan Andrés Guzmán, editor general del periódico The Clinic; además de los periodistas Jorge Molina, del diario electrónico El Mostrador; y Pablo Vergara, quien ha seguido el caso para el diario La Tercera y la revista Siete+7.

Creer o no creer...

Uno de los puntos que más reparos ha tenido por parte de la opinión pública y, en especial por parte de las autoridades, ha sido el tema de la fiabilidad de las fuentes. En este sentido, tal vez el caso más recordado por sus constantes apariciones en los medios sea el de la llamada informante “clave” del Caso Spiniak, Gema Bueno, cuya versión fue puesta en tela de juicio por el diario La Tercera, aduciendo contradicciones en su testimonio.

Al respecto, el editor general de The Clinic, Juan Andrés Guzmán, señaló que la divulgación de las declaraciones de Bueno -quien habría presenciado los actos ilícitos atribuidos al empresario- habría estado plenamente justificada desde el punto de vista periodístico. “Era una testigo validada por el Sename, que estaba declarando en un tribunal y que desde octubre a marzo mantuvo una declaración muy coherente”. No obstante aquello, luego de las dudas surgidas en el último tiempo respecto de la veracidad de los dichos de la joven, apuntó que “si las declaraciones de Gemita eran ciertas (hoy) no estamos en condiciones decirlo”. De ahí que el propio diario, como una manera de dar cuenta del vuelco sufrido en su investigación, la haya denominado “Gemita Malo”, en una sugerente portada que la mostraba con unos enormes dientes de vampiro.

Un testimonio que a juicio de Francisco Martorell, director de El Periodista, no debió ser publicada tan a la ligera, ya que las pruebas existentes respecto a la confiabilidad de la informante no eran suficientes. “Son tres fuentes -nos dijeron en Watergate- las que deben validar a un testigo. Pero además, estas fuentes deben ser independientes una de otras. Y en este caso, todas conversaron previamente a los hechos” expresó. Precisamente por esta razón es que el medio que éste dirige optó por no publicar el testimonio, en vista de las dudas razonables que le merecía la versión de la muchacha. “No tenía certezas y un hecho claro es que no había pruebas para involucrar a políticos”.

La delgada línea entre el rumor y la noticia

Si para los editores de medios se trataba de un tema complicado, para los reporteros lo era aún más. Así lo hicieron notar los periodistas Jorge Molina y Pablo Vergara quienes, coincidieron en mantenerse cautos a la espera de certezas. Para Molina, lo que ocurrió con este caso es un claro ejemplo de ‘la teoría del rumor’. “La posibilidad de que hubiese políticos involucrados en el caso Spiniak, nos hizo subirnos a todos a un carro, que era la posibilidad de nuestro propio Watergate. La excesiva información hizo perder el norte”.

De una mirada un tanto contrapuesta es Juan Andrés Guzmán, quien sostiene que la investigación relativa al tema no está solventada en meras suposiciones. "Este caso no está parado sobre rumores. Tal vez sobre testimonios falsos, pero no sobre rumores", afirmó.

Vergara señala que este asunto abre el debate respecto del origen de las informaciones que entregan los medios. Desde su perspectiva, el problema de la validez de las fuentes no habría surgido del mal desempeño de los reporteros, sino de que “todas las instituciones que debían funcionar, no lo hicieron". A su juicio, los periodistas se comportaron a la altura de los hechos. En esta dirección agregó que para llegar a la verdad de este asunto, es necesario que quienes investiguen, utilicen un procedimiento riguroso. “No un método para desarmar testimonios, sino uno para llegar a la verdad”.

A juicio de Mosciatti, la labor del periodista es informar e indagarlo todas las aristas de los procesos, sin confiarse en los peritajes y en el sumario del poder judicial. “Por historia y actitud los medios deben tratar de investigarlo todo, pensar que los tribunales pueden llegar a la verdad, como también puede que no", afirmó. En este sentido, defendió al reportero que preguntó los nombres de los senadores presuntamente implicados en el proceso. “Era el rumor que corría por Santiago, había que preguntarlo y ella era la fuente que podía responderlo”.

 Las fronteras de la verdad

Otro de los aspectos importantes que plantea el caso Spiniak es el de la frontera entre lo público y lo privado. Esto, en relación a los llamados “delitos contra el honor” tipificados en la ley, que protegen la intimidad y la honra de autoridades y personajes públicos. Esto implica que cualquier periodista que publique información que atente contra este derecho arriesga sanciones penales, las que pueden llegar incluso a la privación de libertad. Esto fue lo que le ocurrió a Alejandro Guillier cuando el noticiario que dirige exhibió las imágenes captadas por una cámara oculta, donde se probaba que el ministro de la causa, Daniel Calvo, frecuentaba saunas gay, situación que detonó en su reemplazo como juez de la causa.

Esta normativa adquiere una relevancia aún mayor si consideramos la presunta vinculación de parlamentarios en los delitos por los que está siendo procesado Spiniak. En este sentido ¿cuáles deberían ser las limitaciones de la prensa para investigar la vida privada de personajes públicos en un caso como éste? Y desde esta perspectiva ¿qué derecho debería primar en este caso: el de la sociedad a estar informada o el de la protección de la vida privada?

En este sentido, Martorell señala que la libertad de expresión engloba un doble derecho: el que tiene el periodista a informar sobre lo que ocurre y el que tiene la gente a estar informada. Y a propósito de los hechos acaecidos en alusión a las restricciones en este sentido, agrega: “Conculcada la libertad de expresión, asesinado el derecho a hablar, todos los derechos pueden ser pisoteados”. Un tema del que Martorell sabe bastante y por experiencia, ya que él mismo ha sido víctima de este tipo de actos coercitivos, graficados en la prohibición de su libro “Impunidad Diplomática”.

Guillier señala que en los tiempos que vivimos, el eje de la información se ha volcado cada vez más desde los temas sociales a aquéllos que refieren a la intimidad de los individuos, de la mano del interés que el público manifiesta por este tipo de tópicos. “Los medios de comunicación, casi sin darnos mucha cuenta, hemos ido siguiendo ese cambio en la sociedad y, por lo tanto, los criterios éticos de jerarquización y selección de la noticia han ido cambiando”. Esto explicaría el enfoque que Chilevisión quiso darle al caso Spiniak con la intervención de la cámara oculta: desentrañar aspectos de la vida privada de un hombre público, que se vinculaban de cierta manera con su ejercicio público.

Desde esta misma óptica, Mosciatti acota que existiría una mayor apertura, respecto a la utilización de recursos técnicos por parte del periodismo, en pos de cumplir con su labor informativa. “Jamás habíamos grabado una conversación sin que la contraparte lo supiera. Era una cosa que no se discutía… Todo este caso sirvió para repensar qué es lo que podemos hacer y no podemos hacer…” acotó.

Por su parte, Guillier defendió el tratamiento del caso realizado por el medio que dirige, argumentando que en este país existe un marcado doble estándar respecto a ciertos temas. Al respecto, planteó la siguiente interrogante: “Si un tribunal no encontró menoscabo para su integridad, la grabación de la detención del empresario Claudio Spiniak en su dormitorio (realizada por Canal 13)… ¿Por qué Chilevisión que grabó, no en el dormitorio, sino en la oficina del juez, el propio tribunal lo considera ilegal?”.

A juicio de Martorell, el problema va mucho más allá de un asunto moral. En su opinión, el gran tema es el cambio de enfoque de la prensa respecto a la intromisión en la privacidad de los personajes públicos. En su opinión, el afán de los medios en esta dirección, ya no va dirigido a develar sucesos relacionados con actos corruptos, sino a un objetivo mucho más vanal. “En los últimos dos años la gran prensa, salvo escasas excepciones, focaliza sus investigaciones en la vida privada de famosos, quedando fuera los grandes empresarios locales, las grandes multinacionales y también los políticos”. Y este hecho no sería casual. Por el contrario, respondería a la presión de los poderes fácticos y económicos, quienes se encargarían de sancionar a quienes intentan escapar de los márgenes de este “trato”. Ejemplo de ello sería precisamente lo que ocurrió con el caso Spiniak. “El poder que se desató en Chile contra los medios una vez que se destapó todo esto, ha sido insólito”.

Por su parte, el periodista Jorge Molina abrió un camino de luz ante todas las dificultades antes expuestas “Puede que en este caso alguien haya mentido por alguna otra razón y esa es una oportunidad que los periodistas tenemos que buscar".

Fecha de publicación: Viernes 13 de mayo, 2004

 

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Dirección de Extensión y Comunicaciones ICEI

Juan A. Guzman, Tomás Mosciatti.Alejandro Guillier, Francisco Martorell, Jorge Molina y Pablo Vergara
La activa participación de la concurrencia, que repletó el auditórium de nuestra Escuela, demostró el gran interés de la comunidad respecto al caso.
Juan Andrés Guzmán: "Este caso no está parado sobre rumores. Tal vez sobre testimonios falsos, pero no sobre rumores"
"Por historia y actitud los medios deben tratar de investigarlo todo, pensar que los tribunales pueden llegar a la verdad, como también puede que no", afirmó Tomás Mosciatti.
Guillier sostiene que es la investigación periodística la que dice quién está dando la mejor información, cuál es más consistente con otros hechos.
Para Martorell hay ciertos poderes que se mueven detrás de cada rumor y noticia que permite que algunas sean conocidas o no.
"Puede que en este caso alguien haya mentido por alguna otra razón y esa es una posibilidad que los periodistas tenemos que buscar", señaló Jorge Molina.
"Si tuviéramos que llegar a la verdad final de cada uno de los testigos, nos quedaríamos con diarios de diez páginas", aseguró Pablo Vergara.
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