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Universidad de Chile

Profesor visitante Alejandro Barranquero en el ICEI

Redes y movimientos sociales: los grandes mitos de la "tecnofilia"

Redes y protestas: grandes mitos de la "tecnofilia"

¿Qué hay de cierto que las TIC impulsaron grandes transformaciones políticas y sociales como, por ejemplo, en el Medio Oriente? Después de todo, puede que su poder haya sido sobredimensionado. Al menos así lo afirma el profesor Alejandro Barranquero, de la Universidad Carlos III de Madrid, de visita en el Campus Juan Gómez Millas gracias a la Iniciativa Bicentenario, quien participó en el coloquio "Comunicación, TIC, conflictos y movimientos sociales", en el que participaron dirigentes del movimiento estudiantil así como coordinadores de colectivos sociales y directores de medios de comunicación alternativa online.

Ocho son los grandes mitos (o tecno-mitos) que, a juicio del profesor Alejandro Barranquero, imperan en el imaginario colectivo de los usuarios de redes sociales. Más que ocho mitos, ocho creencias o supuestos que, si bien parecen estar firmemente acendrados en la creencia popular, han de ser sometidos a un riguroso escrutinio. Quizás el presupuesto básico que permita edificar cualquier teoría vinculada a las nuevas tecnologías deba partir de una premisa que invita a la mesura: todo lo que emane de las redes sociales tiene un impacto relativo en el mundo tangible.

Lo primero, según el profesor Barranquero, es dar por hecho que las redes online operan al margen de las redes offline. "Las redes virtuales se problematizan a partir de las redes físicas de adscripción de intereses u organizaciones, empresas o sindicatos, lo que sea... Las redes online deben ser valoradas en sus contextos sociales e históricos", sostuvo, para -acto seguido- poner en el tapete otro supuesto que tiene mucho de mito: las redes sociales aumentan la participación de la ciudadanía. "Mucha, muchísima gente usa las redes sociales con fines narcisistas, de modo autopromocional. Esta tecnología contribuye a activar y convocar a los ciudadanos activos. Puede contribuir a tomar conciencia, pero de ahí hay un trecho en cuanto a la acción y la movilización", aseguró.

A menudo se cree que las redes contribuyen a democratizar sociedades o, mejor aún, a liberarlas de dictaduras o satrapías. "Sí, pero también puede ser usada con fines represivos. No perdamos de vista que también las usan dictaduras o pseudo-democracias", subrayó. ¿Y qué hay de la horizontalidad? "En la redes también hay jerarquías y liderazgos, sólo que redefine ambos conceptos, pues hoy son más débiles, y cualquier pueda convertirse en líder"... Otro tanto ocurre con la creencia de que las redes tienden al diálogo social, "pero está probado que también al conflicto. En realidad tienden al diálogo crítico, participativo, pero también controversial", señaló.

De igual modo se cree que las redes tienen potencialidades y usos distintos, lo que desmitifica la supuesta homogeneidad de las redes sociales. ¿Son autónomas las redes en relación a los medios tradicionales y hegemónicos? "Claro que sí, pero hay que tener en cuenta que interaccionan con ellos. Las redes son muy críticos con estos medios, pero igual están atentos a lo que hagan, a cómo difunden las convocatorias hechas a través de las redes. Las tecnologías de la información no son un territorio de ‘pureza'; por el contrario: siempre van en función de lo que se publica en los medios".

¿No ha escuchado que las redes sociales "descentralizan el conocimiento"? Esta afirmación también la puso en entredicho el profesor Barranquero: "Las redes se mueven entre la centralización y la descentralización, integran lo público y lo privado. Hay una ruptura, pero también hay una mercantilización del anonimato".

En suma, a decir del profesor Alejandro Barranquero, es que si bien las nuevas tecnologías han venido a entregar ciertos espacios de expresión y participación negados por sistemas democráticos deficitarios, aún están muy lejos de ser "el principal motor de los movimientos sociales".

"Decir que son revolucionarias y transformadoras de la sociedad puede sonar tan reduccionista como el discurso que cree que todo ha de regirse por la economía o que la cultura por sí sola impulsará esos cambios. No debemos olvidar que en las redes hay mucho de de entretención que abre espacio al escapismo descomprometido", concluyó.