Ir al contenido
Universidad de Chile

Directora de Pregrado del ICEI, María Eugenia Domínguez

La urgencia de una política pública efectiva en favor de la lectura

La urgencia de una política pública efectiva en favor de la lectura

El fuerte déficit de lectura en la sociedad chilena no sólo se subsanaría tratando de convencer a los ciudadanos de los beneficios que derivan de un hábito saludable para el intelecto. Además hace falta rebajar el IVA y dar un impulso decidido a los pequeños editores locales. Esta es una de las propuestas que hizo la Directora de Pregrado del ICEI, María Eugenia Domínguez, en el último Seminario Internacional del Observatorio de Políticas Culturales.

Qué duda cabe que existe un fenómeno de desvalorización del libro y la lectura. Estamos inmersos en una realidad que desdeña la crítica profunda y que sobrevalora el aprendizaje centrado en la dimensión funcional y cuantitativa de las cosas, ambas aplicadas a la productividad y el consumo. La Directora de Pregrado del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile (ICEI), profesora María Eugenia Domínguez, cree que no es muy difícil imaginar la reticencia del mundo político por impulsar políticas de fomento a la lectura más decididas y efectivas: el libro es el portador de la diversidad, la disidencia y la crítica social como ninguno otro dispositivo de la industria cultural.

He ahí el verdadero valor del libro: su carácter libertario y emancipador del individuo. "En los últimos veinte años seguimos asistiendo a una producción de contenidos homogeneizados donde la supremacía es del campo audiovisual. Esta producción está muy impulsada por las élites políticas y económicas. Y las instituciones públicas no han hecho todo lo posible por estimular la lectura. Eso se ve claramente en la precarización del sistema educacional chileno, tanto en el plano municipalizado como en el particular-subvencionado", sostiene la profesora Domínguez.

Dos son las áreas a estudiar: la primera tiene relación con el estímulo a la lectura, "y ojo, que el hábito de la lectura no debe ser obligado o forzoso pues se corre riesgo de tener un resultado adverso; la segunda, tan importante como la anterior, tiene relación con estimular una industria local", agrega, apuntando a lo restringido que es el mercado nacional del libro. Por cierto: la ubicación de este comercio también da cuenta de la misma segregación social y urbana que vemos en Chile toda vez que la mayoría de las librerías se concentran en comunas como Santiago y Providencia. Por eso esta necesidad urgente: una política que estimule el mercado editorial interno.

"El caso es que el 70% de las ventas corresponden a los libros escolares que producen las grandes editoriales sin que el Estado haga algo por incrementar la participación de los pequeños y medianos editores locales", cuenta la profesora Domínguez. Hizo ver que la concentración, al igual que en otras industrias, tiende a encarecer los productos y a empobrecer la oferta, situación que sólo ha logrado ser contrarrestada, precisamente, por la épica labor que realizan los pequeños editores locales e independientes.

"Ellos sostienen el 60% de la producción total de libros en literatura, historia y ciencias sociales. No hablo de tiraje, ventas o difusión, sino que del número total de títulos publicados. Y esto pese a la irregularidad de las publicaciones, debilidades del sector universitario, precariedad de la cadena del libro y particularmente de las librerías a nivel nacional. Otro indicador preocupante: la relación en Chile en cuanto al número de títulos publicados anualmente es de 27 por cada cien mil habitantes. En Uruguay, un país mucho más pequeño, esa relación es de 42 por cien mil, y en Argentina es de 50 por cien mil", subraya.

Otra necesidad es urgente: la rebaja o la eliminación del IVA, exacción tributaria que llega al 19%. En la mayoría de los países del mundo, ese impuesto oscila entre el 2% y el 6%. "Significa que para nuestras élites el libro tiene una posición similar al de un perfume, y ciertamente inferior a otros bienes y servicios como el caso del transporte, que no paga IVA", añade.

¿Se necesita algo más? "Claro que sí. Tiene que haber una mayor articulación de los editores locales con los textos escolares. El Ministerio de Educación invirtió 22 mil millones de pesos en textos escolares, más o menos unos 17 millones y medio de libros. Tres editoriales concentraron el 56,2% del negocio. A los pequeños se les hace muy difícil competir con empresas grandes en la generación de textos escolares que constituyen el 70% de los libros que se venden en el país", afirma la profesora Domínguez.

Los fondos concursables son positivos pero claramente insuficientes, dice la Directora de Pregrado del ICEI. "Hace falta una mayor interconexión entre el Consejo del libro y el Ministerio de Educación para dar un impulso a la industria editorial local. Debemos preguntarnos cómo han ido evolucionando los catálogos, de qué hablan, las llamadas listas de best-sellers, cuáles son las lecturas que marcan y por qué... En esa línea ha sido muy interesante la creación del Observatorio del Libro y la Lectura por parte de la Universidad de Chile y la Cámara Chilena del Libro", concluye.