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Universidad de Chile

Crónica del estudiante Federico Sepúlveda

Despedida a la Generación 2007 de la Escuela de Periodismo

Despedida a la Generación 2007 de la Escuela de Periodismo

En el auditorio de la Libertad de Expresión Periodista José Carrasco Tapia del ICEI -y gracias a los tacos propios del día viernes- los dioses de la impuntualidad se hacían presente en la ceremonia de egreso. Algunas nubes pasajeras lanzaban gotas de lluvia para terminar de enmarcar las caras más nerviosas que tristes y más alegres que emocionadas. No todas las ropas eran de gala, pero cada una llevaba la impronta del orgullo.

La generación ingresada el 2007 egresaba. Ese viernes 13 de abril fue la última vez que los 47 jóvenes pisaron el ICEI como estudiantes regulares.

La ceremonia no fue perfecta, pero tuvo siempre un espíritu de alegría. Si fallaba algún pie de micrófono se levantaba con prisa y todo se solucionaba con risa. Justamente eso es parte de lo que esta generación deja entre nuestras murallas: no desesperar por cosas que no lo merecen.

Hubo momentos de atención y de relajo. La directora del Instituto, una de las secretarias de pregrado y los mismos jóvenes dieron discursos. Hubo chistes y palabras trabadas por nudos que iban desde la lengua hasta el esófago. Entre la masa se aparecieron Gabriel Boric y Camila Vallejo, ambos viendo a sus hermanos terminar sus carreras universitarias.

No faltó el consejo de dos de nuestros Premios Nacionales, María Olivia Mönckeberg, directora del ICEI, y el profesor Sergio Campos. Más de alguna lágrima se vio caer entre los padres, apoderados, tutores y demases. Más de una risa nos llevamos todos con la liviandad de espíritu mostrada en los videos de despedida grabados por los estudiantes.

Para cerrar, un himno que todos los estudiantes y algunos invitados habíamos escuchado, pero al que no siempre se le puso la misma atención: el himno de la Universidad de Chile. Ese mismo que ahora identifica lo que ellos pueden llamar con orgullo alma mater. Eran, alrededor de las 21:30.

Ahora sólo faltaba el cocktail. Lo que pretendió ser formalidad en algún momento ya se había desvanecido y la fiesta comenzaba de a poco. Un estudiante de generaciones más jóvenes preguntaba "¿qué creen haber dejado por aquí?" y las respuestas fueron "las ganas constantes de compartir y ser abierto", "el cariño por el trabajo y especialmente el cariño por lo que se hace aquí" y "la fiesta permanente".

Antes de terminar faltaba algo especial para ese día. Algo que ningún organizador pudo haber previsto: la lluvia que antes había sido insegura ahora se enorgullecía de venir acompañada con truenos y relámpagos. Una sinfonía de luces cruzadas con flashes y un festival de estruendos sonando entre copas.

De esta forma despedimos a una generación que tomó fuerza propia y formó escuela entre los siguientes estudiantes.