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Universidad de Chile

1963: El NO a la televisión comercial

1963: El NO a la televisión comercial

"Autorizar la televisión privada representaría unas actitud antidemocrática, pues conferiría a sólo un grupo reducido de personas una fuerza extraordinaria y una indescriptible capacidad de influencia. Por ejemplo, en mi caso personal, las seis más poderosas radioemisoras me han negado los espacios que he pedido contratar durante un año, pese a haberme desempeñado los últimos cuatros años como vicepresidente del Senado, y haber obtenido en las últimas elecciones presidenciales una votación que representa el apoyo de una enorme mayoría ciudadana a mis puntos de vista... ¡Es de imaginar cómo será la presión, en el día de mañana, por quienes monopolizan las radioemisoras y que en este caso, quieren monopolizar también la televisión! ¡Y se dicen demócratas!".

(Salvador Allende. Intervención en una sesión del Senado en 1963).

Era la época en que se debatía en Chile el modelo de televisión que adoptaría el país. Tanto la izquierda socialista-comunista como la Democracia Cristiana propugnaban que este medio fuera reservado a las universidades y rechazaban un sistema comercial en manos privadas.

También en 1963, el 17 de junio, el Consejo de la Universidad de Chile se pronunciaba tajantemente en contra de los intentos de algunos sectores del gobierno de Jorge Alessandri y  parlamentarios de derecha de autorizar la instalación de canales privados.

"Esa determinación, que importaría un grave retroceso en la política hasta ahora seguida de reservar esa actividad a las universidades, y que organismos internacionales han exhibido como paradigma en la materia, significaría traer a nuestro país los deplorables resultados sociales, morales, culturales y psicológicos a que ha conducido en otras partes el manejo de la televisión por empresas y personas primordialmente estimuladas por propósitos de lucro", advertía una declaración del Consejo.

"La Universidad de Chile se hace un deber en representar a1 supremo gobierno las funestas consecuencias que comportaría modificar el criterio hasta ahora mantenido en materia de televisión. La mueven a ello su deber de velar por la dignidad espiritual de 1os chilenos y la circunstancia de haber sido la primera en entregar al país transmisiones permanentes de televisión, que en condiciones materiales precarias, con un personal sin gran experiencia y con recursos financieros realmente irrisorios, han posibilitado -dentro de un margen tolerable de error- poner este moderno medio de comunicación al servicio de la educación y la cultura a través de vastos ciclos de lecciones sistemáticas y de programas de carácter cultural e informativo".

"Mi opinión personal y la del excelentísimo señor Rector de la Universidad Católica, es que el acuerdo del Consejo de Rectores de conservar una televisión para las universidades es, a nuestro modo de ver, el que resguarda mejor los intereses de la comunidad y el bien común, y hace de la televisión un instrumento de cultura", decía el 25 de agosto el arzobispo de Santiago y Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica Raúl Silva Henríquez.

"Creemos que entregar la televisión a la libre competencia de los intereses económicos es entregar un arma poderosísima que, desgraciadamente, puede ser mal empleada. Todos los países europeos que resguardan la salud moral y el tesoro espiritual de sus pueblos han comprendido esto y controlan cuidadosamente los servicios televisivos", agregaba el cardenal.