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Universidad de Chile

Organizada por Cinechile.cl y el ICEI

Exitosa mesa en Sanfic sobre los cien años del cine chileno argumental

Exitosa mesa en Sanfic sobre los cien años del cine chileno argumental

Con una gran asistencia de público se realizó la mesa "100 años del cine chileno argumental" organizada por CineChile.cl y el Instituto de la Comunicación e Imagen en el marco de Sanfic 2010. La actividad convocó a los destacados académicos e investigadores de cine Ignacio Aliaga, Luis Horta y David Vera- Meiggs, quienes compartieron sus reflexiones sobre el centenario del séptimo arte local.

La proposición de discutir y reflexionar respecto a los cien años del cine chileno argumental fue bien recibida por los aficionados al séptimo arte que repletaron, el pasado martes 17 de agosto, la sala de la Cineteca Nacional habilitada para el desarrollo de la mesa "100 años del cine chileno argumental" organizada por CineChile.cl y el ICEI en el marco del 6º Santiago Festival Internacional de Cine, Sanfic.

En el contexto de las celebraciones del bicentenario el tema es especialmente relevante, además de que hace exactamente un siglo atrás el cineasta Adolfo Azúa filmaba la que es considerada la primera película argumental chilena: Manuel Rodríguez. Debido a este importante acontecimiento, CineChile.cl  y el ICEI reunió a tres destacados investigadores y académicos de cine para que reflexionaran y analizaran el devenir de estos cien años de cinematografía. El director de la Cineteca Nacional, Ignacio Aliaga, el subdirector de la Cineteca de la Universidad de Chile, Luis Horta y el realizador, académico y crítico de CineChile.cl y prof. ICEI, David Vera- Meiggs se dieron cita con el objetivo de ilustrar el desarrollo del séptimo arte desde 1910 a la fecha y los cambios que éste ha tenido en el período.

La mesa, moderada por la periodista Antonella Estévez -Directora de Extensión del Instituto de la Comunicación e Imagen, ICEI, de la Universidad de Chile y editora de CineChile.cl-, la abrió el prof. David Vera- Meiggs, quien en su calidad de académico e investigador planteó tres tesis que- a su juicio- definen al cine nacional.

El prof. Vera- Meiggs partió señalando que desde hace unos años es posible hablar de cine chileno ya que "no es simplemente una actividad realizada en Chile, sino que ha tenido a Chile como base para generar una forma que no sea confundible con las otras formas posibles de hacer cine, es decir, una forma local". Esta afirmación dio paso a la enumeración y reflexión sobre las tres tesis al respecto.

El  realizador señaló que el cine chileno es ingenuo, pues en los primeros años de desarrollo intenta representar una realidad que no conoce, debido a que nuestro origen de conquistados y dominados por los españoles significó que en un comienzo recibieramos un modelo de lo que era el arte, modelo que intentamos emular desde nuestra realidad.

"Al descurbrirnos nos invadieron y nos dijeron la cultura es esto. Y así nos trajeron sus modelos y nosotros nos pusimos a copiarlos con algún buen resultado. Algo así como un occidente trasplantado a otras cordenadas geográficas, culturales y étnicas que generaron una visión de imitación de ese modelo europeo que no se nos daba bien. Entonces tenemos el arte colonial, tenemos buenos ejemplos en Santiago afortunadamente, que es una imitación  ingenua, como hecha por un niño, de la pintura que se hacia en aquella época en Europa. No es raro que el cine haya tenido que vivir el mismo proceso", sentenció.  Sin embargo, y a pesar de este origen emulativo Vera- Meiggs destacó que en 1925, año en que se produjeron importantes acontecimientos para el desarrollo de la cinematografía mundial como el estreno de la película El acorazado de Potemkim, año de figuración internacional de Buster Keaton o el debut cinematográfico de Alfred Hitchcok, en nuestro país se realizaban 16 largometrajes, cifra que recién fue superada el año 2008.

La segunda tesis del acádemico dice relación con que las producciones nacionales se caracterizan "sólo por contar anécdotas, es decir el puro enunciado de una  historia pero no lo que las mismas son capaces de contener".  El docente explica que esta idea tiene que ver "con algo que se ha dicho a menudo con la creatividad chilena, que somos de puras ocurrencias, pero que esas ocurrencias se tranformen en una idea portadora de significado y estructurante, nos cuesta mucho".

Finalizó su exposición comentando que "el cine chileno es chileno, a pesar de todo", es decir que a pesar de las características antes señaladas- carencias, simplificaciones, visión ingenua- "ya somos capaces de tener una mirada peculiar, particular, propia, limitada, pero nuestra, que es la que tenemos que tener, que es la que el ámbito de lo geográfico, la herencia cultural, los antepasados, nos indican que debemos tener como propia".

Continuó la exposición el director de la Cineteca Nacional, Ignacio Aliaga, quien compartió con los asistentes a la mesa la cinta Paseo a Playa Ancha de A. Masonnier, película más antigua disponible en la entidad que él dirige. Aliaga acotó que en esta producción ya se evidencia la intención de decir algo  más que realizar un simple registro. A su  juicio, esta cinta "prefigura una cierta relación entre quien está detrás de la cámara y lo que ocurre  delante de ésta".

El director de la Cineteca Nacional señaló que en los inicios del cine las producciones nacionales se relacionan con géneros realizados en otras latitudes, como es el caso del melodrama y la comedia, muy populares en el continente. Sin embargo, destaca que a pesar de las dificultades de los primeros años del desarrollo de la cinematografía "los esfuerzos están orientados a construir un relato que interese al público, a quienes se suponía menos adiestrados para ver las películas, y por otro lado también para mostrar una suerte de autoimagen del país que, a mi juicio, intentaba generar una automitificación del ser nacional".

Ignacio Aliaga expresa que durante las dos primeras décadas del siglo XX Chile vivía importantes acontecimientos sociales, los que sin embargo no están presentes en las producciones audiovisuales, ni siquiera en aquellas realizadas en los lugares geográficos en que surgieron dichos acontecimientos. "Las películas buscan, no de de manera gratuita,  evadir lo que en Chile  estaba aconteciendo, e iban construyendo una suerte de autoimagen del país que intentaba, de alguna manera, generar un cine de entretención, que evadiera de los hechos que se estaban desarrollando. Cuando se filma  Canta y no llores corazón y El húsar de la muerte hacía poco que se había suicidado Luis Emilio Recabarren, de cuya muerte afortunadamente hay algunas imágenes, que representó en ese momento una fuerte declaración, a através de su propio suicidio, de los sinsabores que tenía el devenir de las clases populares en Chile en ese período. Había un cine que iba por un lado y la vida social que iba por otro", explicó.

Aliaga además entregó antecedentes respecto a que las primeras películas se realizaban de manera independiente o privada, pues no será hasta el gobierno de Pedro Aguirre Cerda (1938-1941) cuando se decida generar una política pública de desarrollo cinematográfico. Fue este carácter privado de las producciones el que causó que nuestro incipiente cine no haya podido asumir los costos económicos de la llegada del sonoro y durante los años 30 casi no se realizaron producciones en el país.

En el recorrido histórico del director de la Cineteca Nacional un hito importante es la repercusión que en el mundo entero causa la Segunda Guerra Mundial. En Chile los cineastas empiezan a poner la atención en el interior de los sucesos, dando origen a un movimiento denominado como nuevo cine que  "busca representar a aquellos que nunca habían sido representados en la pantalla. Es decir, El Chacal de Nahueltoro como personaje practicamente no existía en las pantallas cinematográficas nacionales antes de eso, las familias de las películas Valparaíso mi amor de Aldo Francia y  Largo viaje de Patricio Kaulen tampoco". Este florecimiento del nuevo cine chileno se vio interrumpido bruscamente por la dictadura, que causó la salida de cientos de realizadores al exilio y la pérdida de innumerables producciones entre otros lamentables acontecimientos.

Ignacio Aliaga finalizó su exposición señalando que en el cine actual es posible apreciar tendencias que se evidencian también en el séptimo arte latinoamericano como "la instalación de personajes que tienen una mayor riqueza subjetiva que lo que tenían antes los personajes. Antes eran bastante arquetípicos, estaban representando ciertos motivos en la pantalla, pero actualmente estamos viendo que los personajes viven en la pantalla problemáticas mucho más subjetivas, que tienden a construir historias entre menos individuos o que están representando también las búsquedas individuales que hoy en día se viven en América Latina", sentenció.

El encargado de cerrar las exposiciones fue Luis Horta. El subdirector de la Cineteca de la Universidad de Chile centró sus reflexiones en torno a la memoria del cine chileno debido fundamentalmente a la dificultad para acceder al material, ya sea porque estas producciones se perdieron durante la dictadura o por lo costoso que resulta restaurarlas. "Hablar de cine chileno es hablar de fantasmas. El prof. David (Vera- Meiggs) hizo un listado de películas y también lo dijo, que son películas que no se pueden ver, lo que me parece lamentable. Me estoy imaginando que muchas de las personas que están en esta sala han visto quizás una o dos de las cintas que se han mencionado acá por la imposibilidad de acceder a ellas. No son películas que se puedan comprar en un DVD y  muchas veces tenemos que comprarlas en lugares piratas. No hay subvenciones suficientes como para poder hacer ediciones de lujo como las hacen los españoles, por ejemplo. En este momento no hay un portal donde acceder a las cintas de forma legal, tenemos que descargarlas, intercambiarlas y eso me parece que es lamentable porque ese es el valor que se le ha dado a nuestro patrimonio audiovisual", comentó.

El profesor Luis Horta manifestó su preocupación por el poco interés existente sobre el pasado señalando que muchas autoridades han declarado que "'para qué pensar en el pasado, pensemos en el presente y en el futuro', pero nosotros somos nuestro pasado, nosotros somos nuestra historia y tenemos que asumirla como tal. A partir de la dictadura se borró gran parte de la producción cultural, partiendo por la Universidad de Chile que fue prácticamente cortada desde su raíz, se borró toda la actividad cinematecaria que se estaba haciendo desde 1959. Muchas de esas películas quedaron botadas, muchas se las robaron y hoy día hemos tenido que buscar fondos de distintas partes e incluso recursos que vienen desde Europa y que no están viniendo desde Chile para salvar nuestra memoria", recalcó.

A modo de reflexión final, el prof. Horta señaló que es importante conocer el pasado del séptimo arte nacional ya que "el cine chileno no es producto de la generación espontánea. Es a partir de lo que se ha hecho en el pasado que se pueden hacer películas hoy en día. Me parece que en la medida que seamos capaces de reconciliarnos, de mostrar una película y generar un debate abierto, autónomo y pluralista vamos a ser capaces de entendernos a nosotros mismos. Es una injusticia tremenda toda la historia y autores de nuestra cinematografía que no conocemos, que no se sepa el caso de muchas personas que hicieron películas en condiciones terribles con tal de denunciar y registrar lo que estaba pasando en un momento cruel de nuestra historia".

Antes de que la actividad finalizara tanto Ignacio Aliaga como Luis Horta invitaron a la concurrencia a asistir a las actividades con las que ambas cinetecas conmemorarán el Bicentenario.  Mientras la Cineteca Nacional realizará en septiembre una muestra de cine chileno que va a incluir producciones realizadas entre 1903 hasta el año 2003, lo que permitirá acceder a cerca de 60 largometrajes y 130 documentales que forman parte del archivo del organismo, por su parte, la Cineteca de la Universidad de Chile invitó a presenciar la retrospectiva titulada Cine Experimental de la Universidad de Chile 1961-1973. Además adelantó que durante el mes de septiembre realizarán una gran jornada de cine chileno que permitirá conocer cintas que han estado guardadas por mucho tiempo y que no aparecen ni siquiera en los libros escritos sobre la materia.