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Universidad de Chile

Distinción entregada por el Museo de la Memoria y el Colegio de Profesores

Profesora Pascale Bonnefoy recibe Premio Periodismo, Memoria y Derechos Humanos 2017

Profesora Bonnefoy recibe Premio Periodismo, Memoria y DDHH 2017

La académica del Instituto de la Comunicación e Imagen fue destacada por su reportaje "Cómo los archivos en microfilme de la dictadura de Pinochet se hicieron humo", escrito para la versión en español del diario estadounidense The New York Times.

En el marco de la conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos, el Museo de la Memoria y el Colegio de Periodistas entregan desde el año 2015 el “Premio Periodismo, Memoria y Derechos Humanos”, reconocimiento que destaca a los profesionales que investigan en el presente los hechos del pasado, como una forma de avanzar en materia de Verdad y Justicia.

Para ello, destaca trabajos realizados en las categorías audiovisual, prensa escrita y radio, tanto en medios de cobertura nacional como regional, línea que se agregó este 2017 buscando potenciar los trabajos surgidos en regiones.

Y de los 19 trabajos que fueron nominados en esta competencia, uno de los reportajes que destacó fue el realizado por la periodista y profesora del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, Pascale Bonnefoy, quien fue premiada en la categoría Periodismo Nacional por su reportaje “Cómo los archivos en microfilme de la dictadura de Pinochet se hicieron humo”, escrito para la versión en español del diario estadounidense The New York Times.

Agradezco mucho este reconocimiento, porque a pesar de que la nota la escribí para un medio extranjero, es muy significativo que te den un premio por relevar los Derechos Humanos”, señala la docente, quien agrega que “en general en los últimos años a este tema no se le ha dado la importancia que se merece porque ya se le ve como ‘escribir sobre el pasado’. Pero la verdad es que todavía nos queda mucho por descubrir, aún hay muchos cabos sueltos y hay muchos dolores pendientes y permanentes”.

El reportaje por el que fue destacada la profesora fue publicado el 30 de noviembre de este año, e indaga cómo, diez años después del regreso a la democracia, miles de archivos microfilmados de la DINA y la CNI (los principales órganos de inteligencia de la dictadura de Pinochet) fueron quemados en las afueras de Santiago y sin ningún registro que diera cuenta del proceso. Mientras, el Ejército negaba su existencia ante el requerimiento de jueces que investigaban causas de derechos humanos, entre ellas, el de la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva.

Según cuenta Bonnefoy, cuando comenzó a indagar el tema era otro el foco que tenía en mente desarrollar. Pero tras revisar el expediente de la investigación por la muerte del ex presidente Frei y ver que este contenía declaraciones de las personas involucradas en la quema de estos archivos, comenzó a seguir la pista de las personas que desde 1977 habían trabajado en el departamento de microfilm de archivo de DINA, la CNI y Kodak Chile, así como también en la actual Dirección de Inteligencia del Ejército, DINE.

Para mí, lo grave de esto era que estos archivos estuvieron guardados diez años, entre 1990 y el 2000. En ese entonces cada vez que un juez pedía antecedentes o documentos de la época, tanto la CNI como la DINA dijeron que no tenían idea de dónde estaban o que ya habían sido quemados. Y de hecho, siempre se creyó eso: que todo había sido quemado en 1989 porque podían gracias a un decreto que existe hasta el día de hoy, que permite a las Fuerzas Armadas y al Ministerio de Defensa destruir sus archivos y no entregarlos al archivo nacional. Entonces como ‘legalmente’ podían, por mucho tiempo se escudaron en eso”, detalla la periodista de The New York Times, quien recalca que la gravedad de la desaparición de estos archivos se acentúa al haber ocurrido mientras se abrían centenares de querellas judiciales por Detenidos Desaparecidos y había una mesa de diálogo trabajando por resolver los casos.

Creo que la quema de archivos pasó porque los responsables se dieron cuenta que la justicia iba en serio tras el compromiso de juzgar a Pinochet cuando volviera a Chile. A ello se sumó que los jueces del poder judicial tuvieron una renovación generacional y de jurisprudencia, se estaba dejando de aplicar la ley de amnistía y además los crímenes contra los DD.HH. estaban siendo juzgados como crímenes de lesa humanidad. Es decir, hubo un cuadro cambiante para ellos, que implicaba justicia efectiva en un futuro cercano, por lo que intentaron cubrirse las espaldas”, asevera Bonnefoy.

Sobre el material que pudo haber contenido esta serie de archivos, la docente señala que es algo muy difícil de averiguar, y que si bien la gente que estuvo involucrada en su eliminación asegura que era información “irrelevante y administrativa de la CNI”, aun así habría sido valiosa. 

“Durante la investigación surgió una declaración que afirmó que a fines de los años 70’s, Manuel Contreras fue, revisó y retiró todos los archivos que estaban relacionados al Caso Letelier. Entonces, si fue así, podemos inferir que esos documentos no eran solo archivos de carácter administrativo”, agrega la docente del ICEI, haciendo hincapié en la importancia de la conservación de este material. “Según mi opinión hubo un evidente intento de ocultar el hecho, porque cuando el juez les preguntó por qué no se dejó ningún acta, ellos respondieron que fue porque no era documentación oficial del Ejército, sino que de la CNI, que ya no existe, por lo que no tenía caso dejar un acta por documentación que no era de ellos”, puntualiza.

Respecto a la importancia que el desarrollo de este tipo de periodismo tiene para nuestra sociedad, Bonnefoy señala que si bien siempre hay periodistas intentando indagar en este tema, cree que aún es muy necesario mejorar el acceso a la información y a la colaboración, y sobre todo, agilizar los procesos legales, porque “hay familiares que se están muriendo sin saber la verdad y culpables que se están muriendo sin decirla”.

“Además de eso, hay que tener en cuenta que periodismo es también un registro histórico. La justicia entrega una sentencia sobre lo que se pudo extraer de una investigación y hasta donde llega la jurisprudencia del juez, por lo que es un elemento de reparación importante. Pero hay historias en esa sentencia que no se traspasan, como el contexto familiar, las repercusiones sociales y personales y sobre todo la memoria que esa historia deja en nuestra historia”, señala la docente del ICEI.