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Universidad de Chile

Columna de opinión de Luis Horta, coordinador de la Cineteca U. de Chile

Patrimonio cultural chileno: laberintos de la memoria

Patrimonio cultural chileno: laberintos de la memoria

El patrimonio, etimológicamente, es aquello que nos es legado, y que pervive para construir un porvenir del que probablemente no seremos testigos. Cotidianamente nos vemos expuestos al acto de recordar: olores, colores, paisajes, comidas, frases, objetos o lugares, dan cuenta que el patrimonio es también un refugio frente al cotidiano, donde los objetos devienen símbolos de una experiencia individual de ver el mundo, cuya pertenencia es colectiva.

Sin embargo, es la pérdida desde donde el presente mira con tristeza su pasado, anhelando el lugar donde “la gente empieza a caminar retrocediendo”, como señalaba el poeta Gonzalo Millán. El irrefrenable avance de un sistema neoliberal minimiza los actos de la memoria, y a cambio ofrece un simulacro de ella, revestida en nuevos edificios, nuevas salas de cine, nuevas carreteras, nuevos centros comerciales o nuevos estacionamientos, todos ellos destinados a ser derribados en diez, veinte o treinta años. Son las furibundas ciudades que se reconstruyen de manera infinita, para evitar con ello el bochorno que significa dar vuelta la mirada hacia el patrimonio cultural chileno que día a día desaparece, o como decía Pedro Sienna: “Esta vieja herida que me duele tanto”.

La gestión del patrimonio es, por tanto, un gesto político en la configuración de una comunidad, gesto que en Chile, durante casi todo el siglo XX, recayó principalmente en las universidades. Debido a su rol público, pluralista y descentralizado, las universidades se convirtieron por más de cien años en los “ministerios de cultura” del país, conformando una cadena que comenzaba en la educación, luego abarcaba la creación o investigación aplicada, y finalmente la labor de extensión cultural dada por exposiciones, publicaciones, seminarios, proyecciones de cine, congresos, recitales, itinerancias nacionales, entre otras estrategias acordes a la misión estas instituciones. No hay artista chileno que no hubiese estado vinculado, de una u otra forma, en alguna de estas líneas de la gestión cultural universitaria, y es por ello que tras el golpe de estado de 1973, fueron las primeras instituciones en ser desmembradas en al menos dos etapas. La primera fue la intervención, fragmentación, privatización y sometimiento al autofinanciamiento del aparato educacional chileno, que termina por dividir las artes de la educación. La segunda instancia correspondió a un proceso de reconfiguración histórica basada en elarrinconamiento de la institucionalidadpública, para a cambio instalar una nueva presentada como moderna, eficiente y privada.

Con este ejemplo, se constata que un ejercicio tan cotidiano como recordar, ha sido también motivo de control por medio de verdades y omisiones oficiales. Es por ello que el “Día del patrimonio Cultural” debe ser también una instancia de reflexión, de exponer las heridas para reconocerlas y no continuar con la política de la invisibilización. Patrimonio no es sinónimo de nostalgia, como muchas veces se da a entender, sino que es activismo por una memoria diversa y pluralista, de empoderamiento de los sujetos y de usos educativos. Es así como las instituciones contribuirán a que se conformen sujetos libres, informados y críticos, que sean capaces de ejercer el derecho a disentir y ser diferentes por medio del conocimiento de su propia memoria, y no de una impuesta.