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Universidad de Chile

María Olivia Mönckeberg, Directora del Instituto de la Comunicación e Imagen

"No tenemos por qué estar con la Constitución de Jaime Guzmán"

"No tenemos por qué estar con la Constitución de Jaime Guzmán"

"El poder de la UDI. 50 años de gremialismo en Chile", es el más reciente libro de la directora del Instituto de la Comunicación e Imagen y Premio Nacional de Periodismo, texto en el que revisa la historia, examina el contexto de emergencia y recorre la trayectoria del movimiento formado por el asesinado abogado Jaime Guzmán. Las redes de poder de sus integrantes así como el legado ideológico e institucional de su fundador, son revisados en esta nueva investigación periodística.

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El poder y sus diferentes formas de expresarse en la sociedad chilena siempre ha cruzado las páginas de las decenas de libros que ha escrito la Premio Nacional de Periodismo María Olivia Mönckeberg. El poder de movimientos religiosos conservadores, de grupos económicos y de conglomerados políticos, han estado presente en el trabajo de la Directora del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI), quien recientemente lanzó en la Feria Internacional del Libro de Santiago “El poder de la UDI. 50 años de Gremialismo en Chile” (Penguin Random House, 2017).

Una completa investigación periodística, de la mano de un relato con tintes más literarios, ayuda a que el lector pueda dimensionar cómo se constituyó este conglomerado político de extrema derecha, al mismo tiempo que a entender el impacto de sus preceptos a nivel institucional, pero por sobre todo, en las dimensiones simbólicas y culturales de la sociedad chilena.

“Hay que entender qué estaba pasando hace 50 años en Chile”, asegura la profesora Mönckeberg para situar el contexto de nacimiento del conglomerado cuya influencia cambió la historia del país. El Gremialismo, detalla, “surgió absolutamente liderado por Jaime Guzmán Errázuriz. Él lo concibió, igual que como concibió después un modelo de sociedad y de institucionalidad”.

Hace cinco décadas en la Universidad Católica se forjó el movimiento reformista del año 1967 -con el letrero de “El Mercurio Miente” incluido-. “Pero ese hito fue mucho más que eso”, advierte la directora del ICEI: “era una búsqueda porque la universidad se comprometiera con la sociedad y dejara de ser una torre de marfil”. Esas ideas “le chocaban a Jaime Guzmán y a muchos de los que fueron sus seguidores”, en un contexto marcado por el gobierno de Eduardo Frei Montalva y la Reforma Agraria: un país que iba hacia otra dirección.

Posteriormente, “los programas de Radomiro Tomic y de Salvador Allende fueron más avanzados aún y ese mundo y esa mirada hacia las universidades creo que a un joven conservador como Jaime Guzmán, militante de la juventud conservadora, admirador de Francisco Franco, lo motivaron a hacer un movimiento en un sentido diferente”.

“La Escuela de Derecho de la UC fue la cuna del Gremialismo”, agrega la académica sobre el movimiento que después se encaminó a otras aulas de ese plantel, saliendo luego de Alameda 340 –de la mano de los Chicago Boys y del régimen militar- a todo un país.

A pesar del carácter conservador de sus fundadores, el despliegue del poder de este movimiento se dio de manera bastante heterodoxa, usando diversos mecanismos. ¿Ha habido una doble moral en este carácter conservador, apegado a la religión y las formas que hemos conocido, respecto a cómo han actuado?

Guzmán al comienzo fue Fiduciano, ese grupo radical que tenía el lema “Tradición, Familia y Propiedad” y en el que un personaje brasileño escribió un libro donde decía que Frei era el Kerensky chileno, que era quien le entregaba el país al comunismo. Todas esas cosas están detrás pero sin embargo después van pasando varias paradojas en el transcurrir del movimiento.

Una paradoja es que Guzmán primero no abandona su admiración por Francisco Franco y su corporativismo, pero cada vez se va acercando más a una mirada económica neoliberal. ¿Por qué?, porque él tampoco sabía tanto de economía, sin embargo se hizo amigo en la Universidad Católica de Sergio de Castro, que era el gurú de los Chicago Boys y uno de los artífices del denominado “Ladrillo”. Este documento es la síntesis de lo que va a ser después este modelo, que en esos años se llamaba “Economía de mercado”, pero que hoy lo conocemos como “modelo neoliberal”, y que ya los Chicago Boys habían tratado de integrarlo a la campaña de Jorge Alessandri del año 1970, cuando compitió con Tomic y Allende, pero no les fue bien a estos economistas con los empresarios tradicionales.

Lo retomaron después cuando empiezan jugársela porque cayera el gobierno de Salvador Allende y comienzan a preparar una propuesta económica para tenerle a los militares.

Sin el contexto de la dictadura -lo plantea en el libro- no habría sido tan fértil la germinación de este movimiento y posterior partido. ¿Habría existido gremialismo sin Jaime Guzmán considerando su rol tan individualizado como líder?

Yo creo que Guzmán fue el mentor y realmente lo seguían como un maestro. No era una relación horizontal la de sus seguidores con él. Algunos eran amigos, pero había una relación de admiración muy grande. Es siempre complejo pensar que pasaría si es que no o si es que sí, pero por esa cohesión que le dio Guzmán, es difícil. Su figura es muy marcadora porque era un tipo de una inteligencia muy particular, que tenía una mente ordenada, proyectiva, pero además una elocuencia.

¿Qué rol juega el componente religioso en esta red de poder?

Jaime Guzmán era muy religioso, sin pertenecer a los movimientos de la iglesia católica conservadora. O sea, no era Opus Dei, tampoco era Legionario de Cristo, pero él era persona de misa diaria, de rezos del rosario, y de conversaciones. Lo que cuentan su seguidores es que podía pasar de una conversación de política a una conversación sobre religión. Había una cosa en él que es consecuencia de esta mirada religiosa, un caracter un poco mesiánico, y lo que me llama la atención es que ese sentido lo tienen varios de sus seguidores.

Por otro lado, Jaime Guzmán -y eso lo escribió, a veces con su nombre y a veces con pseudónimos-, era una persona adversaria del cardenal Raúl Silva Henríquez, de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de esos años, y para qué hablar de la Teología de la Liberación.

Ese carácter religioso ¿está asociado a esta idea del orden y los valores?

Sí, de una sociedad más a la antigua. Yo creo que les choca mucho lo que ocurre ahora. Basta con acordarse de lo que pasó con la votación de la ley de aborto en tres causales. Veamos qué pasa frente al matrimonio igualitario, la adopción. Entonces todo eso está presente.

En esa línea, ¿qué mística les imprimió esta vocación de venir a cambiar y a refundar un país, de la mano una nueva institucionalidad, que es la que hoy tenemos?

Por cierto que la dictadura ayudó a fortalecerlos. Guzmán, junto con estar en el día a día asesorando a Pinochet, junto con haber creado la Secretaría de la Juventud, que fue clave para lo que después iba a ser el despliegue en el país, y junto con lo que después hicieran en los '80 para gestar la UDI popular, hizo nada más y nada menos que una nueva Constitución.

Desde el primer día o quizás antes, Guzmán -que fue uno de los promotores principales del golpe-, planteaba, a veces no con los mismos términos, una refundación. Guzmán, y por lo tanto sus seguidores, eran críticos de los antiguos partidos de Chile, de todos y eran críticos de la estructura institucional, entonces no querían una refundación de la derecha de acuerdo a esos parámetros.

Al tener esa mirada tan profundamente crítica de lo que había es que desde el primer instante pensaron una nueva Constitución. No pensaron volver a la Constitución del ’25 y ahí se nota desde la declaración de principios de la junta en la que Jaime Guzmán fue al menos partícipe, que empieza a haber una mirada diferente. Esta nueva institucionalidad y nueva Constitución la complementaron con otras leyes, creadas entre cuatro paredes. Recordemos que no había Congreso ni prensa libre, y en ese contexto se gesta esta Constitución con sus Leyes Orgánicas Constitucionales, y todos los límites posibles a una democracia.

Entonces de a poco Guzmán va diciendo: “si, democracia" pero es una democracia con cortapisas, con límites, condicionada. Eso por un lado. Y por otro, este modelo económico que está resguardado en la Constitución.

Se habla de cambiar la Constitución. ¿Eso haría que dejemos atrás como sociedad ese legado más simbólico y social de la economía de mercado?

Primero que todo creo que hay que tener conciencia de la importancia que tiene el cambio constitucional. Y estoy más convencida que nunca después de haber hecho esta investigación, estas lecturas, este revisar lo que ha pasado en Chile en estos 50 años desde la perspectiva del Gremialismo, de todas las camisas de once varas que tiene la Constitución que todavía nos rige, pese a las reformas que se hayan hecho.

Para mi gusto tendría que ser otra Constitución, una nueva Constitución, que requiere cambios fundamentales. Porque no tenemos por qué estar con la Constitución de Guzmán. Hubo un paso importantísimo con el cambio del sistema binominal –que también era una creación de Guzmán-, pero tampoco basta.

Están los cambios profundos que se debieran hacer, que repercuten en la vida cotidiana de todos nosotros. Y es lo que se está hablando: educación desde luego.

Aparte de todo este entramado constitucional legal, de democracia condicionada, a la vez se fue generando que el propio modelo económico fue cambiando culturalmente a la gente y eso provocó una sociedad individualista, excesivamente competitiva y desigual, con grupos económicos muy fuertes. Surgieron nuevos grupos económicos en dictadura que concentran, si uno saca las estadísticas, gran parte del producto nacional en pocas manos.

Todo viene de ahí y está viciadísimo con la Constitución, aunque la gente no lo crea, porque la gente no come constituciones. Entonces yo creo que ahí hay algo súper fuerte que le falta a este país, que es la educación cívica, porque así entenderíamos la importancia de lo que está en juego.

A eso iba con mi pregunta. Más allá de cambiar esta estructura legal, cómo podría eso permear o no este legado más simbólico que deja este orden.

Es que está, y está vivo. Ese es el país en el que estamos. En que uno puede decir, muy interesante lo que ha pasado en las elecciones, súper interesante, pero no nos olvidemos de esa realidad, de esa sociedad desigual, esa sociedad en que unos pocos se están llevando gran parte de lo que es el producto del país y de que hay tantas anomalías.

Hay otra dimensión que también tiene que ver con los mecanismos. Previo al golpe, plantea en su libro, el gremialismo tuvo que ver con la denominada “campaña del terror”. ¿Qué queda de ese tipo de prácticas?

En la campaña del '70 fue protagonista Jovino Novoa, hoy presidente de la Fundación Jaime Guzmán. Lo que está pasando en este instante me ha llamado mucho la atención. Lo que está ocurriendo a través de las redes sociales llega a ser divertido y patético. Antes era que los comunistas se comían a las guaguas, ahora es que vas a perder tu casa, tu casa en la playa, la inversión, que las acciones. Esto es digno de ser analizados por investigadores en comunicación. Esas campañas del terror hoy día se están haciendo a través de las redes sociales. O sea, es el reino de la posverdad.

¿Cuál es la situación del Gremialismo hoy en las universidades, considerando que permanece su sistema de reclutamiento a partir de instancias como la Fundación Jaime Guzmán?

Ya claramente no son lo que fueron en la Católica donde apareció otro grupo de derecha. Por otro lado hubo ese plebiscito a propósito de las tres causales de aborto y apareció en estos días el lienzo que dice “Piñera miente”. Entonces son señales de que ahí no está primando el Gremialismo, aunque todavía sí son fuertes en la Facultad de Derecho, tanto en alumnos como en profesores.

Creo que por sobre todo hay que observar qué es lo que pasa, pero sí siguen siendo una fuerza importante en lo electoral, en lo político y desde luego, en lo económico y en la preminencia en algunos circuitos de universidades privadas. Lo que también es importante saber es que esos jóvenes puede que no sean UDI, pero sí son gremialistas, y el gremialismo es más amplio que la UDI. La UDI es el partido político creado instrumentalmente por Jaime Guzmán, junto a Pablo Longueira, en su minuto con Luis Cordero, Andrés Chadwick, Juan Antonio Coloma, y los demás que fueron participando, para potenciar en la política las ideas del Gremialismo.

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Dirección de Extensión y Comunicaciones ICEI

El Gremialismo, señaló María Olivia Mönckeberg, surgió absolutamente liderado por Guzmán. Él lo concibió, igual que como concibió después un modelo de sociedad y de institucionalidad.
"El poder de la UDI. 50 años de Gremialismo en Chile" (Penguin Random House, 2017), fue lanzado en la FILSA de este año.
"Desde el primer día o quizás antes, Guzmán -que fue uno de los promotores principales del golpe-, planteaba, a veces no con los mismos términos, una refundación".
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