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Universidad de Chile

Con encuentro triestamental

ICEI inauguró programa de reflexión sobre los 50 años del triunfo de la Unidad Popular y su relación con el actual momento constituyente

ICEI inauguró jornada de reflexión sobre 50 años del triunfo de la UP

Estudiantes, funcionarios y funcionarias, académicos y académicas, protagonizaron un diálogo en el que se reflexionó sobre las conexiones y contrapuntos entre la actualidad y esta etapa histórica marcada por la figura del Presidente Salvador Allende.

Encuentro triestamental vía zoom A 50 años de la UP

“Universidad y país: de la Unidad Popular a la Revuelta” se tituló la actividad inaugural con la que se dio inicio, el viernes pasado, a un intenso programa en el durante toda esta semana se debatirá en torno a los “50 años de la UP: Imagen, memoria y presente de las luchas de un pueblo”.  El ciclo -desarrollado por las direcciones de Investigación, y de Extensión y Comunicaciones en conjunto con las Escuelas de Periodismo, y de Cine y Televisión del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile (ICEI)- busca reflexionar sobre la UP, la dictadura, la transición, el sistema democrático y el momento constituyente que hoy nos interpela.

En la ocasión, el profesor Carlos Ossa, director de Investigación, sostuvo que “no es casual que sean 50 años, que la elección fuera un viernes y que justo se estuviera dando forma un diálogo un día viernes, como si las cosas coincidieran”. Agregó que es importante que esta semana “no sea sólo un espacio para recordar lo que pasó, sino también para pensar y construir discusiones respecto a lo que viene, al futuro que debemos enfrentar en el contexto en que estamos viviendo. Que esta sea una jornada para construir y volver a imaginar”.

La directora del ICEI, Loreto Rebolledo, planteó que en la Unidad Popular muchos pudieron experimentar, en las universidades se profundizó el proceso de reforma que comenzó a fines de los años 60 con el fin de formar profesionales al servicio del país; e incluso el derecho a la comunicación y la libertad de expresión fueron claves en aquellos años, mediante la existencia de una diversidad de medios que eran parte de las discusiones al interior de las escuelas de periodismo y de cine.

“Se construía y se reflexionaba en conjunto, pero también se vivió una polarización muy grande, que con el tiempo se hizo cada vez más fuerte. El golpe de Estado acabó abruptamente con esa forma de concebir un proyecto de país. Por eso hoy el ICEI inaugura una semana en que la pluralidad de voces retoma la historia y conecta las imágenes, los discursos, la reflexión de la vida cotidiana de esos años y de alguna manera lo conecta con otro episodio democrático, como lo es el actual momento constituyente. Estamos atravesando una pandemia tremenda, pero también estamos imaginando un Chile con mayor madurez democrática, donde cada persona que vive en este territorio puede vivir una vida digna y en eso la comunicación, el cine, el periodismo y la televisión son fundamentales”, afirmó la directora del ICEI. 

En tanto, la profesora Ximena Póo, directora de Extensión y Comunicaciones, destacó que este programa de actividades se haya diseñado colaborativamente y que es fundamental que se base en la articulación entre docencia, investigación y extensión con un sentido de transformación social. “Como ICEI tenemos mucho que decir, porque tiene que ver con cómo vamos a hacer las representaciones de nuestra realidad o la forma en que ya están escribiendo las crónicas de estos tiempos”.  

La Universidad pública de 2020

Tras rememorar el discurso del ex Presidente Allende en la sede de la FECH aquel 4 de septiembre de 1970, junto a imágenes del actual movimiento social, la profesora María Eugenia Domínguez, subdirectora del ICEI, dio paso a la conversación triestamental con la interrogante sobre qué se entiende por universidad pública en 2020. “Las ocho universidades que componían entonces el sistema universitario experimentaban un cambio profundo que conocimos como la reforma universitaria, que vino a modificar las estructuras de autoridad y de poder”, indicó la académica. 

De acuerdo con Osvaldo Rivas, presidente de la Agrupación de Funcionarios del Instituto, hoy no existe una universidad pública como tal. “El Estado no se hecho cargo de sus universidades en asuntos como infraestructura, pues el aporte que hace, que en el caso de la U. de Chile es cerca del 5%, es la nada misma. Eso hace que tengamos que batallar y competir para subsistir, poniéndonos en desventaja con las privadas. Con este escenario cuesta que nuestra universidad crezca y sea el faro que necesita el país, porque para ciertas cosas la Chile es del Estado y para otras somos autónomos, con todo lo que eso implica”.

Según el profesor Claudio Salinas, representante ICEI de la Asociación de Académicos y Académicas de la U. de Chile (ACAUCH), hay un discurso contradictorio entre las prácticas internas del plantel y lo que dice hacia su entorno. “Me cuesta hoy día pensar en la Universidad de Chile como universidad pública. Hay cierto carácter en su interior que está privatizado y que en algunas situaciones se ha vuelto irrelevante para la sociedad porque está sometida a condiciones de hiperproductividad; irrelevante porque hay un discurso contradictorio, un discurso hacia fuera que sitúa lo público, pero hacia adentro también hay varias “Universidades de Chile”. Existen sectores muy regresivos que más bien se sienten cómodos en una situación de privatización, entonces no existe una entelequia de Universidad”.

Bárbara Barrera, estudiante del Magíster en Comunicación Política, sostuvo que la clave para pensar una universidad pública comienza por democratizar los espacios al interior de un plantel como la Chile, con políticas que emanen desde nivel central y que se traduzcan en medidas concretas en las diferentes unidades académicas. 

“Hay ciertos institutos o facultades que tienden a tener dinámicas en su interior que son mucho más complejas, en términos de la precarización laboral y las brechas salariales entre hombres y mujeres, que son desafíos que hay que conversar”. Sin embargo, Barrera valoró los esfuerzos que el plantel ha hecho desde el 18 de octubre en adelante para vincularse con el movimiento social, como el estudio de los perdigones utilizados por Carabineros para disuadir las protestas; o la exposición sobre las sistemáticas violaciones a los DD.HH que realizaron la Cátedra de Derechos Humanos de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones y la Defensoría Jurídica de la Facultad de Derecho ante la Comisión Interamericana de DD.HH.

“La transmisión especial que hizo la Radio Juan Gómez Millas durante las dos primeras semanas del estallido demuestra que hay un compromiso por parte de la comunidad de ser parte del movimiento social. La gente llegaba a Casa Central y lo veía como un espacio de organización”, añadió la estudiante de Postgrado.

Por otra parte, Leslie Castillo, estudiante de Periodismo, sostuvo que el preguntarse sobre la universidad pública del 2020 también se trata del modo en que la U. de Chile se sitúa en el territorio. “Soy de región y egresé de un colegio particular subvencionado, con todo lo que eso implica. Cuando entré a la carrera me di cuenta de que estaba en una brecha académica enorme, entonces ¿Cómo se puede plantear la universidad como pública, si ni siquiera hay una preocupación real por el nivel con el que los estudiantes entran? ¿Por qué en Ingeniería tienen sus días de nivelación y las facultades de Humanidades no las tienen? Siento que eso me faltó mucho y es importante porque para que como universidad nos situemos en el proceso constituyente, debemos ser críticos con las fallas que tenemos”. 

Momento constituyente

Luego de esta primera reflexión, la profesora Domínguez hizo un guiño al proyecto de Constitución de 1973, que planteaba que todo el sistema universitario de la época sería autónomo en su gobernanza y administración financiera, y cuyos recursos provendrían integralmente del Estado. En ese contexto, preguntó a los panelistas el modo en que el actual momento constituyente recoge la concepción que tenemos de Universidad. 

Claudio Salinas señaló que “imaginar otro mundo” requiere una Constitución que exprese por primera vez en la historia un contrato social que no sea desde arriba hacia abajo. “La Unidad Popular es un proyecto fallido, pero no tan fallido en lo que fue esa experiencia concreta de tres años. Muchas de sus palabras resuenan hasta hoy y eso tiene plena vigencia, porque en la Constitución del 80 no hay contrato social. El pueblo tiene que ser capaz, por primera vez, de darse sus propios marcos y en ese sentido hay que reposicionar a la Universidad de Chile como una universidad nacional y no regional”.

El representante de ACAUCH añadió que una nueva Carta Fundamental conlleva a que necesariamente el plantel se re imagine hacia adentro. “Si seguimos funcionando igual, lo único que vamos a obtener son más recursos, o vamos a seguir pensando que somos muy buenos y excelentes. Los profesores debemos dejar de ser elitistas e incluso pensar en una nueva democracia, porque esta democracia neoliberal tiene un correlato con una Universidad de Chile neoliberalizada”.

Leslie Castillo planteó que una nueva Constitución debe apuntar al cambio de las condiciones materiales de las personas, “de los estudiantes que quieren entrar a la universidad y no tratar de arreglar el ‘chanchullo’ que hay en un sistema educativo construido sobre cimientos inestables. Si lo elaboramos desde arriba sólo lograremos que se derrumbe de nuevo”. 

Según Osvaldo Rivas, la Universidad de Chile debe mirar hacia su interior y de una vez por todas hacerse cargo de la desigualdad existente entre sus diferentes facultades e institutos, junto a pensar los cuatro pilares básicos de una sociedad en el actual momento constituyente. “Estos pilares son la educación, la salud, la vivienda y las jubilaciones. Con el estallido social las bajas pensiones de los chilenos se pusieron más que en evidencia. Y tampoco tenemos que olvidarnos de nuestros ancestros, el conflicto en La Araucanía y el abuso de nuestros recursos naturales”. 

Por último, Bárbara Barrera afirmó que no hay que dejar de lado el movimiento feminista de 2018 y la interpelación histórica hacia la Universidad respecto de la violencia contra las mujeres y las disidencias sexuales. “Me parece que hay que seguir profundizando en esas demandas; se han implementado protocolos contra el acoso al interior de la Universidad, pero deben tener un correlato más concreto”, enfatizó, agregando que también la Universidad de Chile debiera ser más responsable con la población migrante, ya que  “tiene un rol relevante en la convalidación de títulos extranjeros y está al debe en la agilización de esos procesos”.  

Revisa el programa desde el 7 al 11 de septiembre aquí: