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Universidad de Chile

Columna de Opinión:

Reforma a las Isapres: ¿fortaleciendo la solidaridad o institucionalizando la segregación social?

Columna de Óscar Arteaga sobre la Reforma a las Isapres

La discusión sobre el rol que actualmente cumplen estas instituciones privadas en el sistema de salud en Chile, frente a las intenciones del actual Gobierno por plantear una "cirugía mayor" a su funcionamiento, y el rol que debe cumplir el principio de la solidaridad en un nuevo hipotético marco legal, son algunas de las problemáticas abordadas en esta columna del académico y ex Director de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile, Óscar Arteaga.

La reciente noticia de las utilidades de las Isapres ha reactivado la discusión sobre estas instituciones. Después de tres comisiones presidenciales en los últimos dos gobiernos, no se ha logrado cambiar el que las Isapres sigan discriminando a sus afiliados por sexo, edad y riesgo de salud.

El Ministro de Salud ha planteado que el sistema requiere cirugía mayor, comprometiendo una propuesta de reforma, que crearía un fondo de compensación de riesgos inter-Isapres, para permitir a los afiliados cambiarse de una Isapre a otra, terminando con la cautividad de quienes tienen preexistencias, generando así solidaridad dentro de este subsistema.

El argumento de la solidaridad para justificar el fondo inter-Isapres es correcto en su orientación, no así su alcance acotado a solo uno de los subsistemas de seguro: las Isapres.

En un sistema de seguridad social, entidades privadas pueden administrar la cotización obligatoria de salud. Sin embargo, lo que en el contexto internacional ubica a Chile como un caso anómalo que vulnera los principios de la seguridad social, es que las Isapres pueden discriminar por riesgo individual de los afiliados. Esto último es propio de un seguro privado, pero no de la seguridad social.

Existen condiciones para que los seguros privados (seguro de vida, seguro de auto, etc.) funcionen: la probabilidad de ocurrencia del evento que se asegura debe ser menor a la certeza absoluta (que sería 100 por ciento); la probabilidad que a un individuo le ocurra ese evento debe ser independiente de la probabilidad de otros. En salud, sin embargo, existen las enfermedades congénitas o las crónicas en las que el evento ya ocurrió (certeza de ocurrencia absoluta), o bien, enfermedades transmisibles de una persona a otra, afectando la probabilidad de enfermar de esta última.

Como los seguros privados son incapaces de resolver problemas derivados de la naturaleza de la salud, surgió la seguridad social como sistema que sí lo hace distribuyendo los riesgos individuales en el conjunto de la sociedad. El sistema se sustenta en la obligatoriedad de todos a contribuir al financiamiento. Al hacer esto, se desliga el riesgo individual de cada persona (condición de salud, sexo, edad) de la capacidad de contribución financiera que esa persona tiene. Así, como nos dice OMS, se plasma el valor de la solidaridad en el sistema de salud, expresado en que los sanos financian a los enfermos, los ricos a los pobres y los jóvenes a los viejos.

En Chile, en FONASA se encuentra la población más pobre y con peor estado de salud y, por lo mismo, con mayor necesidad de atención médica, mientras que los beneficiarios de Isapre corresponde a población con más capacidad de contribuir financieramente al sistema y mejor estado de salud.

Volviendo, entonces, a la justificación usada para el fondo inter-Isapres, resulta evidente que el principio de solidaridad adquiere su verdadero valor solo sí la reforma del seguro de salud se plantea para el conjunto del sistema (Isapres y FONASA).

Acotar el arreglo solo a las Isapres sería institucionalizar definitivamente un sistema dual, con un seguro de salud para ricos y otro para pobres. Eso no es solidaridad, sino que segregación social y, ciertamente, sería un retroceso en la integración social que nos demanda el camino hacia el desarrollo.