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Universidad de Chile

Columna de opinión:

El periodismo de campaña

El periodismo de campaña

El profesor Raúl Rodríguez, Jefe de Carrera de Periodismo y Director de Radio JGM de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, se refiere al tratamiento de la información y la falta de buenas prácticas de los medios de comunicación en la cobertura televisiva de tragedias o desastres. Asimismo el académico hace hincapié en la necesidad de que periodistas y medios no sean solo replicadores de contenidos, sino que productores de información que permita un debate más informado sobre las consecuencias de estas situaciones y así fomentar una cultura de la prevención.

Llenos de memes sobre la cobertura del “temporal” de “Santiago es Chile”, del periodista de TVN que se mete al agua hasta la cintura para demostrar “cómo” nos inundamos hasta el cogote; de Canal 13 cortando a un entrevistado que despotrica contra el "señor Luksic", y coberturas centralistas en la TV, confirman que poco o nada se ha aprendido de la demanda por tratamientos informativos más plurales y diversos en situación de calamidad.

Casi no existen los afectados de las regiones de Valparaíso, O’Higgins y Maule, ni tampoco los actores locales y organizaciones civiles que prestan ayuda y contención a los afectados. Mientras, el gobierno dispara contra Costanera Norte y guarda silencio por Aguas Andinas y la concentración “horizontal”, detrás de todo este cordón de crisis, que enloda, no solo a los más de 900 locatarios damnificados de Providencia, sino que al propio Andrónico Luksic.


Acusado de dejar sin agua a la población, por la turbiedad del río producto de las lluvias y del sedimento que arrastran las obras de Alto Maipo; de dominar la producción de agua –Cachantún con 50% de participación del mercado- que escasea en los supermercados y almacenes de barrio; y manejar uno de los principales canales de televisión abierta, por los cuales se informan más del 70% de la población. Según el Consejo Nacional de Televisión (2014) el 97% de los adultos mayores y el 79% de los jóvenes encuestados se informa por la televisión abierta, aun cuando expresan un 50% y 61% de insatisfacción respectivamente.

A estas alturas, éstas –ni tan- enrevesadas redes del poder dejan ver toda su magnitud y a la vez fragilidad de la sociedad chilena que, hasta en situación de crisis, depende del sector privado. De una defensa de intereses, que no son propios ni del bien común ni de una democracia que atraviesa un proceso transformador.

En este camino, los medios no son santos ni demonios, y no son objetivos hace mucho, pero en situación de crisis su rol se pone a prueba: fuentes diversas, enfoques novedosos, servicio a la comunidad, etc. Con los casos Caval, SQM, Penta, y varios otros por venir, suspiramos más aliviados con una prensa más en ofensiva, o que mostraba que no había muerto a la democracia tutelada ni a la dictadura de la palabra. Solo que esto fue un coqueteo, bajo en calorías, para volver a la espectacularidad, al abuso de las mismas imágenes y testimonios; a concentrarse en Providencia y en el Estero Santa Marta, sin mover un móvil o periodistas a otras zonas afectadas, que recogiesen otras voces, que no sean la “señora juanita” inundada y el alcalde o autoridad de gobierno dando explicaciones y defendiendo lo inexplicable.

La Presidenta lo dijo: ahora es el tiempo de la emergencia y después el de las responsabilidades. A dos días de la tragedia en la zona centro sur -no solo en Santiago-, hay que cobrar la palabra y de pasadita también a los medios.

La ONU y su Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres impulsa recomendaciones a los Estados y también a los medios de comunicación para enfrentar las “amenazas” y prevenir de mejor forma los “desastres”, que no son naturales, sino que involucran una serie de factores, entre ellos la rápida y acelerada urbanización, como ha sido el caso en la Costanera Norte.

Desde usar el lenguaje apropiado hasta manejar una cultura de la prevención, que sea referencia para la comunidad y la ciudadanía, son elementos centrales para que los medios, sobre todo aquellos de mayor impacto, puedan prestar un servicio oportuno y veraz, pero también puedan cumplir su rol de comunicadores con sentido ético y de responsabilidad social.

El CNTV (2015) ya advirtió en un documento para la “Identificación de buenas prácticas para la cobertura televisiva de tragedias, desastres y delitos” que si bien los canales de televisión se han dado normas de autorregulación, no tienen normas específicas o prácticas que validen su implementación dentro de su ejercicio diario, de acuerdo a definiciones programáticas y editoriales.

Los medios locales y comunitarios; y los medios digitales y centros de investigación periodística, como CIPER, han contribuido a diversificar la oferta y poner el cascabel al gato a muchas de los conflictos por los que atravesamos en el último año. Sin embargo, aún falta que, muchos de ellos, no sean solo replicadores de contenidos, sino que productores de información, que permitan un debate más informado sobre los efectos y consecuencias de estas catástrofes, para fomentar una cultura de la prevención y no una mera cultura de la reacción.

Raúl Rodríguez también es investigador del Programa Libertad de Expresión y Ciudadanía del ICEI y uno de los representantes de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC).