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Universidad de Chile

Dos visiones

Sobre el ranking y el sistema de admisión a la educación superior

Sobre el ranking y el sistema de admisión a la educación superior

El profesor Jesús Redondo del Departamento Psicología y la profesora Alejandra Mizala del Centro de Investigación Avanzada en Educación plantean sus visiones sobre el sistema de ingreso a la educación superior, el efecto segregador que ha tenido y cómo a partir de mecanismos como el ranking de notas se ha tratado de revertir esto último.

Sobre el ranking de notas

Por Jesús Redondo. Académico del Departamento de Psicología. Investigador del PIEES y OPECH. Facultad de Ciencias Sociales. 

La discusión sobre el uso del ranking pone al descubierto aspectos sustantivos sobre el derecho a la educación y la equidad.

El uso del ranking es apenas un pequeño ajuste a los mecanismos de “selección” de estudiantes para su ingreso en las universidades estatales y del CRUCH que tienen más alto interés para los estudiantes de Chile. Hasta ahora solo consideraban los resultados en la PSU y de las notas de la enseñanza media NEM. Afecta marginalmente a entre un 2 y un 3 % de los estudiantes que postulan a la Educación Superior.

Su uso se sustenta en evidencia nacional e internacional que señala que los estudiantes de los mejores resultados académicos de cada uno de las escuelas y liceos, independientemente de sus condiciones socioculturales, presentan una más alta capacidad para tener éxito en las instituciones de Educación Superior. Es por ello que diversos sistemas escolares cuentan con mecanismos de acceso especial a la Educación Superior para estos estudiantes.

En Chile se ha optado por un leve mecanismo de corrección, manteniendo el mismo mecanismo de acceso para todos y todas los/as estudiantes (PSU + NEM + Ranking) en diversas proporciones decididas por cada institución y por cada carrera. Próximamente, por efecto del programa PASE recientemente iniciado por diversas universidades del CRUCH en convenio con el MINEDUC, podrán ingresar a la Educación Superior estos estudiantes sin considerar sus resultados en la PSU.

La polémica suscitada en los medios a partir de las consideraciones señaladas por los liceos y colegios llamados “emblemáticos”, se mantiene dentro de los límites de una concepción de sistema escolar orientado por la mera competencia desregulada y por la ideología de los que piensan que el mercado es la forma de asegurar el derecho a la educación de todos los ciudadanos. Es una polémica interesada en mantener un modelo que, aparentando competencia, en realidad justifica la “selección” de los ya seleccionados por sus condiciones socioeconómicas o por haber aceptado ser segregados en colegios de “excelencia”.

La discusión que conviene plantear es porque no hay vacantes suficientes en las instituciones de mayor calidad y solicitadas por los estudiantes (Universidades Estatales y del CRUCH). Si tanto los estudiantes que son justamente favorecidos por el ranking, como los estudiantes que supuestamente son perjudicados de los liceos de excelencia, tienen mérito para ser “seleccionados” en estas universidades; entonces lo que corresponde es aumentar las vacantes en las universidades públicas y del CRUCH, incluso creando nuevas Universidades públicas de calidad, gratuitas y reguladas, donde la equidad sea un valor de calidad. Durante los últimos 40 años no se ha creado ninguna universidad pública nueva; y las plazas disponibles en las universidades estatales y del CRUCH han crecido poco. Al mismo tiempo se ha permitido y apoyado la creación de universidades de carácter privado de baja calidad, alto precio y sin ninguna regulación que actualmente duplican en sus plazas a las estatales y del CRUCH.

Mantener la actual polémica solo favorece a los que apuestan por los mercados educativos y realizan ganancias (lucro) en ellos.

Las consecuencias sociales de los sistemas de admisión a la universidad

Alejandra Mizala
Profesora del Centro de Economía Aplicada- Ingeniería Industrial e Investigadora del CIAE.


Las diferencias por nivel socioeconómico que se observan en el acceso a las universidades son explicadas, en gran parte, por lo que ocurre en la educación escolar. La segregación socioeconómica tiene como resultado una segregación por resultados educativos, medido por pruebas tipo SIMCE, que está asociada al tipo de colegio en que se educan los y las jóvenes.

No obstante, el actual sistema de selección de educación superior puede reforzar estas diferencias. Esto ocurriría porque la PSU, al estar basada en el currículo escolar, puede afectar negativamente a los estudiantes de colegios que no alcanzan a cubrir todo el currículo o no cubran toda la materia incluida en la PSU, como es el caso de los establecimientos técnico profesionales. Si bien la inteligencia, las aptitudes para el estudio o el esfuerzo están uniformemente repartidos en la sociedad, el conocimiento no lo está.

Esto redunda en una sub representación de estudiantes de menor nivel socioeconómico en las universidades. El 13% de la matricula que asistía a las universidades del CRUCH pertenecía al 20% más pobre de la población, mientras que el 29% pertenecía al 20% más rico (CASEN 2011).

Esta situación no es deseable, no sólo desde el punto de vista de la equidad, sino también de la calidad de las instituciones. La falta de acceso a la educación superior genera una brecha de ingresos laborales futuros: mientras la tasa de retorno a la educación superior ronda el 20%, la de la educación media no llega al 10%. Por ello, construir una sociedad más equitativa pasa por mejorar el acceso de todos los jóvenes talentosos a la educación superior.

Desde el punto de vista de la calidad de las instituciones, éstas pueden ser fortalecidas en la medida que haya una mayor diversidad. Por una parte, sus estudiantes aprenden a interactuar con alumnos de diferentes contextos sociales y culturales. Por otra parte, la capacidad de los investigadores de plantearse preguntas se ve fortalecida cuando se trabaja en ambientes más diversos y las explicaciones y respuestas frente a los problemas incorporarán diferentes perspectivas y serán más completas y robustas.

Los estándares internacionales basados en una concepción moderna de la medición hacen hincapié no sólo en la necesidad de establecer la predictibilidad de los instrumentos, sino también sus consecuencias sociales. En Chile, la respuesta ha sido incluir indicadores de mérito y talento, como el Ranking de Notas. Su objetivo es establecer un proceso que seleccione a aquellos estudiantes que tendrán éxito en sus estudios superiores y que sea a la vez más justo y equitativo. El desafío es diseñarlo potenciando sus ventajas y evitando generar incentivos inadecuados.